Un sueño de cumpleaños

Un cuento de un epónimo

Entre los muchos libros y estudios que mi amigo Silo ha escrito, hay una colección de ficción que se titula El Día del León Alado. Por sorprendentes y maravillosamente extrañas que me parecieron estas historias, más extraño todavía me pareció el hecho de que el cuento que da el título al libro está dedicado a mi.

Pensé que sabía el motivo de este gesto amistoso; había proporcionado al autor algunas de las imaginerías para su historia. De cualquier manera, fue eso lo que captó mi atención. En realidad, no consideré el hecho de que esta historia involucraba un sueño colectivo (de precognición). Luego, unos años más tarde, se produjeron los siguientes hechos. Incluso así, demoró un buen tiempo antes de que comprendiera que la situación era ahora mucho más compleja. De haber sido esta ficción dedicada a mi debido a la historia que compartía con él o si me la hubiese dedicado debido a que en algún momento, en algún posible futuro, me encontraría a mi mismo soñando o siendo soñado precisamente de ese modo (¿?)

Existen momentos en que las improbabilidades combinan improbabilidades del modo más extraordinario. A veces es excesivo; entonces, los hechos no pueden ser desechados ni aceptados. Permanecen como una masa de experiencia, hasta perderse en la memoria con otros sueños olvidados.
De hecho, he observado los ojos de inclusive personas que adoran intercambiar cuentos de un mirar enrarecido mientras escuchan estos relatos de lo ‘simplemente poco probable’ como si salieran en un espiral fuera de todo control.

Cuando termines este pequeño relato te sentirás perplejo, tal vez como yo, con respecto a lo que debe considerarse más extraño; los hechos que estoy a punto de describir o el hecho de que una historia escrita años atrás involucró a algo tan poco probable como asociarme con ese hecho tan improbable, un sueño colectivo de precognición.

Antes de continuar, debo nuevamente pedir disculpas por el estilo pretencioso de estas anécdotas. En particular, en este caso, la rareza de los hechos me lanzó en la búsqueda de un modo adecuado de contar el cuento. Espero que mis defectos literarios no impidan que llegue a gustarte esta historia, ni confundan el hecho de que se trata de un acontecimiento real.


Voy a contarte una historia y no estaré ni sorprendido ni contrariado si, cuando termine de contarla, no me crees, aun cuando te prometa que es del todo verdadera. Esta historia es tan poco probable, que me resulta difícil comprender
que consecuencias derivan de ella. Demonios, me resulta hasta difícil recordarla, menos aun creerla. Pero esta vez tengo a muchos testigos. De modo que si no me crees, pregúntale a Roberto o inclusive a Donna—y eso realmente significa algo, ya que Donna odia este tipo de mierda.

La Historia es más o menos de este modo; era el 2 de Febrero; lo recuerdo porque era mi cumpleaños. En Toronto, Febrero significa que de noche estaba oscuro y oscuro también hasta tarde de mañana. La nieve había caído de nuevo durante la noche y una fina capa de polvo cubría el hielo sucio y gris que tapaba todo desde hace varias semanas. La alarma no sonaría antes de una media hora, pero un sueño extraño y perturbador me había despertado.

Todo se movía en cámara lenta. Mi pensar estaba confundido o tal vez sólo me parecía de ese modo, porque todo parecía tan retardado. Había estado conduciendo mi automóvil, pero ahora estaba pegado, otro auto bloqueaba mi camino. Estaba frío y oscuro. Todo se congelaba. Todo se movía tan lentamente.

Era lo suficientemente temprano que, ni siquiera en verano hubiese estado oscuro, pero estábamos en la Candelaria, la Noche de Lamas, el Día de la Marmota, mi Cumpleaños. Tendido en la cama, afuera estaba frío, había hielo, nieve y oscuridad. Estaba allí tendido, intentando no despertar a Donna que todavía dormía junto a mi.

Mis oscuros pensamientos, congelados… helados, como todo lo demás a mi alrededor y lo que alguna vez era fluido, ahora estaba casi sólido. ‘Tengo que mover ese automóvil. Está bloqueando mi camino’.

Donna se giró hacia mi. ‘Feliz Cumpleaños’ me susurró, inclusive antes de abrir sus ojos. Susurrando, comencé a contarle mi extraño sueño de cumpleaños. Inclusive cuando comencé a hablar, no conseguía describir con exactitud porqué me parecía tan extraño, tan distinto de muchos otros sueños en muchas otras mañanas de invierno.

‘Lo empujaré fuera de mi camino, lo conduciré hacia delante y halaré ese otro automóvil hacia el costado de la calle. Debo hacerlo lentamente’.
Ten cuidado…
‘No quiero chocar ese otro auto. ¿Debería estar haciendo esto?, ¿Acaso no rayaré el otro auto? ¿Qué pasa con mi auto? ¿Porqué estoy haciendo esto?’
Ten cuidado…
‘Debo poner atención. Algo anda mal’.
Anda lentamente. Alerta,. algo anda mal…
Está frío y oscuro y peligroso.’


La respuesta de Donna no fue lo que esperaba. Ella me interrumpió cuando mi inútil historia de un accidente automovilístico en cámara lenta y de algún modo intencional se desvanecía en la oscura y fría mañana. “Es muy extraño,” refunfuñó, todavía con arrastres del sueño, “Eso es como mi sueño.
No estoy segura de lo que ocurrió, pero era sobre automóviles. Creo que estaba conduciendo por una autopista, cuando de cierta manera todas las ruedas de mi auto giraron en 90 grados y yo seguí conduciendo transversalmente, pero nada de esto era extraño, todo parecía perfectamente normal. Era mi turno interrumpirla Era día de semana y tendríamos que movilizar las cosas si fuéramos a llevar los niños a tiempo a la escuela. Cuando salí de la ducha, la encontré agachada sobre su taza de café. ‘Sería mejor que calientes el motor del auto,’ me dijo, ‘se ve bastante espantoso allá afuera’.

No fue fácil raspar el hielo del parabrisas, pero fue todavía más difícil entrar a mi auto. Era una de esas mañanas en que, inclusive las cerraduras estaban congeladas, pero finalmente conseguí abrir la puerta. El frío del asiento del auto traspasó mi abrigo y mis pantalones. Introduje la llave para encender el motor y nada… el automóvil estaba totalmente muerto, absolutamente muerto.

El reloj hacía tic-tac; tenía que llegar al trabajo y los niños tenían que llegar a la escuela. Esto exigía una rápida solución. Por suerte, estaba próxima a mi alcance, llevaría los niños en el auto de Donna y este estaba en la entrada, justo frente al mío. Comencé a raspar el hielo de sus ventanales, mientras pensaba ‘sin tanta suerte’. Mi automóvil estaba bloqueando la entrada y ¿como diablos iba a poder sacarlo del camino? Me senté en su auto mientras se calentaba el motor intentado descubrir que hacer. Entonces me di cuenta que los parachoques de ambos automóviles se estaban casi besando. ‘Si tengo cuidado… inclusive hasta para mi cerebro adormecido me parecía una solución obvia… puedo simplemente empujar mi automóvil en la dirección del camino. Empecé a moverme hacia delante… con cuidado. Comencé a levantar mi pie del freno. Con cuidado… me preparé para dejar que el autol ruede suavemente hacia atrás. Tengo que tener cuidado de no rayar los automóviles. Inclusive antes de que estos pensamientos se hayan formado del todo, algo brotó de mi memoria.

Mis oscuros pensamientos, congelados… helados, como todo lo demás a mi alrededor y lo que alguna vez era fluido, ahora estaba casi sólido. ‘Tengo que mover ese automóvil. Está bloqueando mi camino’.

Todo se movía en cámara lenta. Mi pensamiento estaba confuso o quizá parecía de ese modo, porque todo se había enlentecido tanto. Había estado conduciendo
mi automóvil, pero ahora estaba atascado, otro auto bloqueaba mi camino. Estaba frío y oscuro. Todo estaba congelado. Todo se movía tan lentamente.

Estaba riéndome en voz alta mientras empujaba mi automóvil hacia el costado de la calle y no era porque recién había tenido este increíble sueño de precognición. La mejor parte, lo increíblemente afortunado, fue que había contado a Donna mi sueño. Era exactamente el tipo de cosa que la habría hecho reír a carcajadas, calificándolo de mentecato o de estúpido—un sueño acerca del futuro que se convirtió en realidad. Pero le había contado mi sueño antes de que ocurriera. Y fue entonces cuando recordé que ella también había tenido un sueño sobre un automóvil.

Dejé a los niños y me dirigí al trabajo, pero seguí pensando en la sonrisa de Donna cuando reía acerca de la idea de que no había más que coincidencias respecto de todo esto… coincidencias. ‘Estas cosas suceden’, ella dijo, ‘y de todas las cosas que pueden ocurrir en una mañana de invierno, esta no es la más improbable’.

Estábamos tomando un café con Roberto en la pequeña cafetería del Atrium del Broadcast Centre. Comencé a relatarle este extraña historia.

‘Lo empujaré fuera de mi camino, lo conduciré hacia delante y halaré ese otro automóvil hacia el costado de la calle. Debo hacerlo lentamente’.
Ten cuidado…
‘No quiero chocar ese otro auto. ¿Debería estar haciendo esto?, ¿Acaso no rayaré el otro auto? ¿Qué pasa con mi auto? ¿Porqué estoy haciendo esto?’
Ten cuidado…
‘Debo poner atención. Algo anda mal’.
Anda lentamente. Alerta,. algo anda mal…
Está frío y oscuro y peligroso.’

En este punto tal vez no debería haberme sentido sorprendido cuando de pronto se introdujo en mi ‘espeluznante’ narrativa. Él me interrumpió cuando mi inútil historia de un accidente automovilístico en cámara lenta y de algún modo intencional se desvanecía hacia el interior del iluminado atrium.

Que extraño, dijo suavemente, agitando el resto de café dentro de su taza de espuma. ‘Eso es como mi sueño. No lo recuerdo todo, pero también era sobre automóviles. Bueno, comenzaba en torno a mi casa y luego me encontraba conduciendo mi auto por una autopista y finalmente, de manera
tan natural, se convertía en un avión que salió volando.’

Que pudo resultar más extraño, tres de nosotros soñando sobre automóviles; tal vez, después de todo, no fue mi sueño de cumpleaños. Tal vez fue otra cosa.

En lo que a mi respecta, diría que eso en si mismo pasa por una buena historia. ¿Y justo porqué no? Tiene un comienzo intrigante, un desarrollo intermedio poco probable y el tipo de final sorpresivo que a mi me gusta. Pero no es una historia. En todo caso no la inventé y no es allí donde termina. De ninguna manera.

Cuando llegué a mi oficina, había un mensaje de Donna. ‘Encargué a un camión grúa que remolque el auto al taller de Zoltak. Si vienes a buscarme después del trabajo, te conduciré allá y podemos recogerlo’. Y por supuesto, eso lo que hicimos.

Zoltak era el nombre escrito con letras rojas en el letrero del taller de mi mecánico. De hecho, era el nombre de su suegro; el suyo era Saúl. Donna y los niños esperaron en el auto y yo entré a hablar con Saúl. Si mi automóvil estuviese listo, Donna se iría a casa; de lo contrario, regresaría con ella y volveríamos a intentar más tarde.

Para comprender todo el significado de lo que sigue, tienes que conocer mi relación con este tipo. Ciertamente no éramos cercanos y menos aun amigos.
No es que no nos agradáramos, pero nuestra relación estaba basada en términos de negocio. Lo veía lo menos posible, porque cuando esto sucedía, era porque mi auto estaba con problemas y eso me costaría dinero. Pero él parecía ser una buena persona. Yo no le conocía muy bien, pero mi hermano, mi padre y yo, a lo largo de los años, siempre habíamos llevado nuestros automóviles allí. Le tenía suficiente confianza como para que me asesore con respecto a automóviles y le creía lo suficientemente honesto como para sentir que no me cobraría en exceso.

No quedé sorprendido cuando vi que el auto estaba listo; tampoco me sorprendió que Saúl me cobrara sólo por remolque y no por reparación. ‘…sólo un cable suelto, no te preocupes’, me dijo con un acento levemente notorio. Lo que vino a continuación me dejó atónito. ‘Debes tener mucho cuidado cuando salgas de aquí. Anoche soñé contigo. Conducías tu automóvil allá afuera y te chocó un camión. Así que, ten cuidado.’

¿Y que pasa con mi automóvil? ¿Porqué estoy haciendo esto? Ten cuidado. Debo poner mucha atención’. Algo anda mal.

Quedé atónito, no sólo por el contenido del sueño, sino porque este ser que me era casi un extraño, había soñado conmigo. Saúl notó mi expresión de perplejidad. ‘No te preocupes, me dijo con toda confianza, ‘se de estas cosas, estudio la cábala.’

Ándate con cuidado. Pone atención. Algo anda mal. Hace frío, está oscuro y hay peligro.

Todavía atontado por este aviso de mi mecánico místico, me dirigí a Donna para contarle el último acontecimiento de esta saga onírica. Me detuve y le hice una señal, como indicándole que se fuera. Le contaría el resto cuando lleguemos a casa, algo que, yo esperaba, ella descartaría, no sin razones, como una coincidencia más. ‘De modo que también soñó con automóviles. Él es un mecánico’.

¡Y que pasa con mi auto? ¿Porqué estoy haciendo esto? Ten cuidado. Debo poner atención. Algo anda mal. Ándate con cuidado. Pone atención. Algo anda mal. Hace frío, está oscuro y hay peligro.

Cuando me reuní en casa con Donna, los niños estaban recién saliendo del automóvil. La menor llegó hasta mi danzando, las palabras le salían abruptamente de la boca, casi explotando de conmoción. ‘Casi nos matamos, un enorme camión casi nos aplastó cuando salimos del lugar.’

Había estado conduciendo mi auto, pero ahora estaba pegado. Hacía frío y estaba oscuro. Todo estaba congelado. Todo se movía lentamente. Mis pensamientos eran congelables, estaban gélidos, como todo lo demás a mi alrededor, lo que en algún momento era casi sólido.

Ella danzaba alrededor de su hermano canturreando mientras corrían hacia la casa. ‘Casi nos matamos, casi nos matamos, casi nos matamos…’

Transcurría el mes de Febrero, lo que significa que la tarde llega temprano y aunque el cielo se ponía de color rojo a través del cielo gris cargado, me pareció por un momento que la luz de sol brillaba demasiado.